sábado, 24 de março de 2012

TERMINA EM CUBA O VI ENCONTRO LABORAL: Leia o Manifesto da ALAL em favor dos avanços sociais e laborais e contra o retrocesso social



Foto: Luiz Salvador, Presidente da ALAL

RENOVADO SUCESSO
Terminou ontem, 23.03.2012, em Cuba, Havana, o VI ENCUENTRO INTERNACIONAL DE ABOGADOS LABORALISTAS Y DEL MOVIMENTO SINDICAL e o VII ENCUENTRO INTERAMERICANO DE DERECHO LABORAL Y DE SEGURIDAD SOCIAL, contando com a presença de representação de 17 países: Inglaterra, Itália, España, Estados Unidos, Canadá, México, República Dominicana, Puerto Rico, Nicarágua, Ecuador, Colômbia, Perú, Venezuela, Brasil, Argentina e Chile.


O evento cuidou das temáticas do Mundo do Trabalho, em especial, da questão da violência moral, questões sindicais, previdenciárias e do direito laboral em cada um dos países e os efeitos da crise econômica que têm imposto aos trabalhadores que dela não participaram, ônus pesadíssimo, com a empregabilidade indigna, possibilitado pelas políticas de precarização e flexibilização e da adoção da terceirização desenfreada que visam possibilitar aos empregadores um menor custo da mão de obra em verdadeiro retrocesso social, impondo-se perdas aos trabalhadores e mesmo à livre organização sindical.

Leia a íntegra do Manifesto da ALAL refletindo a temática debatida e as preocupações com rumos das propostas do modelo neoliberal, flexibilizador e precarizador, não só dos ganhos econômicos dos trabalhadores, mas também da degradação crescente do meio ambiente geral, incluindo o do trabalho, causador de uma verdadeira tragédia social, com os aumentos sempre crescentes dos acidentes de trabalho e adoecimentos ocupacionais.









Foto: Luís Ramíres, Vice-Presidente da ALAL
DECLARACIÓN DE CUBA 2012

LOS DERECHOS DE LOS TRABAJADORES Y LA CRISIS. LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA COMO RESPUESTA

Quienes actualmente militamos en la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas (ALAL), permanentemente destacamos que nuestra materia no es el Derecho del Trabajo, sino los derechos de los trabajadores. ¿Por qué? Porque es evidente que son dos cosas absolutamente diferentes. El llamado Derecho del Trabajo es un subproducto del sistema capitalista y no puede entenderse en otro marco que no sea el sistema capitalista. En efecto, el Derecho del Trabajo parte de la aceptación de la segmentación social, reconociendo la existencia de individuos titulares de bienes, patrimonio, capital, e individuos que sólo tienen su capacidad de trabajo, la que deben enajenar a los primeros para poder subsistir. El Derecho del Trabajo no sólo no cuestiona esta división social, sino que la legitima, otorgándole diversas potestades a los titulares de los medios de producción, como las de organizar y dirigir la empresa.

Como bien se ha dicho, el Derecho del Trabajo es el derecho del trabajo dependiente y por cuenta ajena, que lleva en su código genético un marcado carácter ambivalente: mejora la condición de la clase obrera de forma significativa, pero consolida su explotación y aplaza la emancipación. Por esto es que en la ALAL sostenemos que nosotros nos ocupamos de los derechos de la clase trabajadora, ya que rechazamos la tentación de limitarnos a describir la realidad, como hace el Derecho del Trabajo, y nos proponemos luchar para transformarla.

Y desde ese preciso lugar  venimos planteando la necesidad de enfrentar la feroz ofensiva que se ha desatado contra los derechos de los trabajadores, como consecuencia de la grave crisis que sufre el sistema capitalista. La ALAL ha denunciado en diversos documentos un hecho paradojal: mientras que por un lado es un dato incontestable la crisis multidimensional del capitalismo, que refleja el rotundo fracaso de la globalización neoliberal, por otro lado vemos con perplejidad que las soluciones propuestas son una fuga hacia adelante, que responde a estrategias de claro cuño  neoliberal.

Nuevamente la salida de la crisis se sustenta en una mayor explotación de la fuerza de trabajo. La pasión ideológica de austeridad de los gobiernos, impuesta por la troika formada por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea, está llevando al recorte de las jubilaciones, al alargamiento de la vida activa laboral, el abaratamiento de los despidos, la eliminación de viejas conquistas sociales, reducción de los subsidios a los sectores sociales más necesitados, regulaciones regresivas de las pensiones, y recortes de derechos laborales. En definitiva, un retroceso histórico, con millones de personas que son despojadas de sus derechos y, muchas de ellas, arrastradas a la desocupación y a la pobreza.

Es evidente quienes son los que están pagando las consecuencias de la crisis económica mundial. No los banqueros (sus principales responsables), que han recibido billones de dólares de las arcas estatales, mientras se dice que no hay dinero para los ancianos, los enfermos, o los desocupados. Lo paradójico es que, ante lo que parece una crisis terminal del sistema capitalista, ya no sólo se nos plantea que la idea de reemplazarlo por otro es una antigüedad, sino que  ahora parece que tampoco es posible reformarlo tratando de compensar sus aspectos más duros. En esta nueva coyuntura histórica, el “Estado de bienestar” está siendo enviado al arcón de los recuerdos.

Hoy Europa es el centro de la crisis económica, y los trabajadores de España, Grecia, Italia y otros países de la región sufren medidas de ajuste draconiano, con las mismas recetas aplicadas en Latinoamérica en los `90. Esto se ve agravado por la hegemonía política de la derecha en la mayoría de los países de la zona del euro, y por la llegada a los gobiernos de tecnócratas, banqueros y economistas, que responden a las directivas de los grandes centros de poder económico mundial.

Para vencer este nuevo ataque contra los derechos de los trabajadores y de los sectores populares, se requiere mucho más que voluntarismo o discursos de transformación social. Una auténtica lucha para dar una salida diferente a la crisis de la economía mundial, exige globalizar las respuestas, y desde Latinoamérica eso se llama INTEGRACIÓN.

La integración regional, que debe ser social, cultural y política, y no sólo económica, es el proyecto más valioso e impostergable que hoy convoca a los latinoamericanos. Todo nos une, comenzando por el común pasado ibérico de la inmensa mayoría de los latinoamericanos, que no sufren barreras idiomáticas y que no conocen los odios raciales o religiosos que hay en vastas regiones del planeta. Los procesos históricos, desde las luchas de la Independencia, son prácticamente los mismos en cada país latinoamericano. Por ello resulta inexplicable que doscientos años después la integración sea una asignatura pendiente. Poderosos intereses ajenos han actuado para que ello sea así, con la complicidad y traición de un sector de la clase política local.

La existencia de varios gobiernos en la región que, con sus propias realidades, encarnan procesos políticos comprometidos con los intereses populares, y algunas experiencias e iniciativas en cuestiones de integración, como el MERCOSUR, el ALBA, la Comunidad Caribeña y otras, y más recientemente la CELAC,  permiten vislumbrar una ocasión histórica para el desarrollo de proyectos de emancipación a escala latinoamericana. Pero no hay tiempo que perder, ya que la feroz ofensiva desatada contra los derechos de los trabajadores y de los sectores sociales más vulnerables, que hoy tiene su epicentro en Europa, más temprano que tarde llegará a nuestros países.

En tal caso, la solidaridad e integración entre los pueblos latinoamericanos deberá ser la valla de contención del nuevo ataque contra sus derechos. Estamos convencidos que hay que abandonar las actitudes meramente defensivas y establecer con precisión el modelo de sociedad en el que queremos vivir y el sistema de relaciones laborales que estamos dispuestos a aceptar. Sociedades más abiertas, más libres, más representativas, más justas, más solidarias, más transparentes, que rindan cuentas, y que no estén sometidas al capricho de los poderosos. Estados fuertes que sean promotores del desarrollo económico y social y, fundamentalmente, de una distribución justa de la riqueza, con solidaridad social. Democracias reales en las que exista absoluto respeto de los derechos humanos, entre los que deben ser incluídos los derechos laborales y sindicales.

En esta dirección se encuentra el proyecto de Carta Sociolaboral Latinoamericana, que la ALAL viene promocionando desde hace varios años, como una propuesta al movimiento obrero de un nuevo modelo de relaciones laborales, con valores y principios diferentes y opuestos a los del modelo neoliberal que predomina en el mundo.

Es el aporte de los abogados laboralistas al proceso de integración latinoamericana, ya que postula un sistema de derechos y garantías laborales – uniforme para todos los trabajadores de la región – que hace eje en el respeto irrestricto de la dignidad de la persona que trabaja por cuenta ajena. Por lo tanto, no es un simple amontonamiento de derechos, o un rosario de buenos deseos, sino que pretende ser un nuevo paradigma en las relaciones laborales, que parte de reconocer que en el contrato de trabajo la persona se compromete física, mental, emocional y espiritualmente, y que es imposible separar lo que se hace del que lo hace.

Si el siglo XXI es el siglo de los derechos humanos, y éstos se apoyan en el reconocimiento de la dignidad de la persona humana, entonces cae de maduro que en el contrato laboral está siempre en juego la dignidad del individuo que trabaja, y ésta es o debe ser la clave de bóveda de todo el sistema. Si en el modelo de relaciones laborales vigente el trabajo es una mercancía sujeta a las leyes del mercado, entonces se comprenderá cabalmente por qué la Carta Sociolaboral Latinoamericana representa la pretensión de un cambio de paradigma.

El proyecto es ambicioso, porque postulamos resignificar todos los conceptos, a punto de partida de una mirada diferente y desde otro lugar. Nosotros sostenemos el derecho de los trabajadores a relaciones laborales democráticas y participativas, en las que ellos sean sujetos activos que gozan de plena estabilidad en sus puestos de trabajo. En nuestro modelo, la Libertad Sindical es la única garantía para el ejercicio de todos los derechos laborales. Por eso hemos denunciado permanentemente a países latinoamericanos en los que se violan sistemáticamente los derechos sindicales de los trabajadores, que en muchos casos pagan con su libertad y con su vida la pretensión de ejercerlos, con complicidad de los Estados y de los organismos internacionales que deben controlarlos.

La Carta Sociolaboral Latinoamericana no es una quimera. Sí puede ser una utopía, si  entendemos la utopía como un proyecto cuestionador del statu quo, que actúa como disparador de acciones y de pasos concretos para alcanzarla. Y el primer paso es la formación de conciencia en los trabajadores y en la sociedad, de que otro orden social y económico es perfectamente posible. Que el sistema capitalista no es un hecho de la naturaleza y, por lo tanto, inevitable. Que las relaciones laborales impuestas por el neoliberalismo, no sólo no están en el orden natural de las cosas, sino que van a contramano de la evolución de la conciencia social de la humanidad.

Los sectores sociales dominantes han contado con la concentración y monopolio de los medios de comunicación, que obligan a las grandes mayorías a consumir únicamente sus propuestas imponiendo sus propias e interesadas interpretaciones del pasado, del presente y del futuro. Así, mediante el bombardeo de falsos slogans, que por repetidos terminan pareciendo verdaderos, han logrado ganar la madre de todas las batallas: la batalla cultural, influyendo en el sentido común de la gente, de modo tal que los perdedores, los marginados, terminan aceptando como inevitable e inmodificable la derrota. Hay un sentimiento generalizado en la sociedad de que nuestras vidas están dominadas por fuerzas que escapan a nuestro control, lo que lleva a la desesperanza y la resignación.

Por eso nuestro proyecto de una Carta Sociolaboral Latinoamericana, sólidamente fundado y apoyado en la opinión doctrinaria de los mejores juristas latinoamericanos, españoles e italianos, propone desandar el paradigma neoliberal de las relaciones laborales, pero, fundamentalmente, pretende producir un cambio cultural en los trabajadores, derribando los mitos que impiden pensar en la posibilidad de un paradigma diferente. Deben creer que ese cambio no sólo es posible, sino que es absolutamente justo y necesario.

A lo largo y a lo ancho del mundo han empezado a aparecer movimientos que tiene una postura crítica frente al orden social establecido. Que denuncian sus lacras y miserias y ponen en jaque su legitimidad, pero no siempre tienen en claro hacia dónde van. En cambio, la Carta Sociolaboral Latinoamericana define claramente un nuevo modelo de relaciones laborales, apoyado en los valores y principios del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, y anclado en el proceso de integración latinoamericana. Ahora está en manos de las organizaciones sindicales abrir el debate sobre su contenido, para – posteriormente – incidir sobre los Estados de la región para que coloquen en la agenda política regional su aprobación.


La Habana, marzo de 2012.


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