quarta-feira, 13 de novembro de 2013

XI ELAT & CARTA DE MEDELLIN: Carta Sócio Laboral da ALAL propõe um novo modelo de relações laborais à concretização dos Direitos Humanos e Sociais



 
Declaração do Comitê Executivo da ALAL

 
DECLARACIÓN DE MEDELLÍN


         Tal como la Asociación Latinoamericana de Abogados Laboralistas lo anticipó en diversos documentos, en los albores de la crisis económica mundial desatada con la quiebra de Lehman Brothers, sus consecuencias se descargan impiadosas sobre las espaldas de los trabajadores y de los sectores sociales más vulnerables.

         El ajuste estructural en algunos países europeos ha sido draconiano, y el costo social tremendo, no como un efecto no querido, sino como consecuencia natural y lógica de su diseño. Quienes levantan sus voces para destacar los efectos provechosos del ajuste, ocultan arteramente los datos de una concentración del ingreso que alarma.

         Con elevados índices de desocupación, que se duplican o triplican entre los jóvenes, no debe sorprender a nadie que hoy millones de europeos se encuentren bajo el nivel de pobreza, mientras lo que queda del llamado “Estado de Bienestar” es demolido con prisa y sin pausa.

         Es claro quienes están pagando el precio de una hipotética salida de la crisis. No los bancos ni los banqueros, que habiendo colocado el borde del precipicio al orden financiero mundial, se han embolsado sin sonrojarse los billones de dólares que han puesto los Estados para su salvataje. El costo de la crisis la pagan los trabajadores, los ancianos, los niños, los jóvenes sin futuro, los enfermos y los desocupados, víctimas inocentes de la “austeridad” que reclaman los organismos financieros internacionales. Paralelamente se profundiza una estremecedora concentración del ingreso, que lejos de ser un “daño colateral” del ajuste, responde con lógica a las medidas políticas y económicas adoptadas.

         La salida de la crisis económica y financiera mundial no puede venir de la mano de los sectores y grupos que históricamente se han beneficiado con las pautas y reglas de juego del sistema capitalista, y que ahora buscan una justificación “científica” para el ajuste. Para ello recurren a la manipulación intelectual de los individuos, a los que bombardean constantemente con falsos slógans, gracias al monopolio que ejercen sobre los medios de comunicación masiva. Esto ocurre mientras paralelamente se presentan como paladines de los derechos humanos que, en la práctica, le son negados a grandes sectores de la población.

         La globalización capitalista es un dato de la realidad, como reiteradamente hemos reconocido. No podemos cometer la ingenuidad de negarla, pero no podemos dejar de decir que está diseñada en función de los concretos intereses de los sectores sociales dominantes en el planeta, y de su búsqueda incesante del máximo beneficio económico posible, sin límites éticos o morales. Como tampoco podemos dejar de recordar que la supresión de las barreras y el abatimiento de las fronteras nacionales sólo alcanza a la circulación de bienes y capitales, pero no a las personas. Por el contrario, día a día vemos como aumentan las restricciones a las migraciones y los comportamientos xenófobos.

         Esta globalización produce una enorme presión en el mundo del trabajo, pretendiendo introducir profundas transformaciones en los sistemas de relaciones laborales, para alcanzar uno de sus objetivos: mano de obra dócil y barata. Y en esta tarea aparecen muchos gobiernos latinoamericanos, compitiendo ferozmente para demostrar que han hecho los deberes impuestos por el FMI, el Banco Mundial, la OCDE, etc., con la esperanza de resultar atractivos a los inversores y especuladores.

         ¿Qué podemos hacer los trabajadores, las organizaciones sindicales, los estudiantes y todos los que estamos comprometidos con la defensa de los derechos e intereses de la clase obrera, para contrarrestar los efectos nefastos de la globalización? En primer lugar tomar plena conciencia de las falsedades del discurso, que plantea que esa es la única forma posible de vida para la humanidad. Rechazar de plano la idea de que el sistema capitalista es como un hecho de la naturaleza y, por lo tanto, inevitable, tal como pretenden hacernos creer.   

         En segundo lugar, comprender que la respuesta imprescindiblemente debe ser también global. El internacionalismo que pregonaba el movimiento sindical en sus albores, es hoy una dramática necesidad estratégica. Y, desde nuestro lugar en el mundo, Latinoamérica,  la palabra es integración. Pero, como siempre hemos dicho, no una integración que se limite a eliminar algunas barreras aduaneras, sino una integración social, política y cultural, tal como lo imaginaron nuestros héroes de las luchas por la Independencia.

         En esa dirección se inserta la propuesta de la ALAL de una Carta Sociolaboral Latinoamericana, que pretende producir un cambio radical en el paradigma de relaciones laborales que hoy esta vigente en la inmensa mayoría de los países. Es nuestro aporte para que la clase trabajadora pueda, primero debatir, y luego proponer a los gobiernos de la región su propio modelo de relaciones laborales. Un modelo cuyo eje sea el reconocimiento de que en toda relación de trabajo siempre está en juego la dignidad del trabajador y, a partir de ahí, la aceptación de que sus derechos son derechos humanos.

         La Carta Sociolaboral Latinoamericana significa abandonar las actitudes permanentemente defensivas, de mera oposición a la constante ofensiva del neoliberalismo contra los derechos de los trabajadores, para comenzar a plantear el tipo de sociedad en el que quieren vivir. Que según la actual correlación de fuerzas no estén dadas las condiciones para la construcción de un nuevo orden social y económico, no debe ser excusa para renunciar al derecho de la clase trabajadora a vivir en una sociedad diferente. Y en ese camino, un enorme paso adelante sería poder proponer un nuevo modelo de relaciones laborales de cara al siglo XXI, que es el siglo de los derechos humanos.

         La Carta Sociolaboral Latinoamericana es una propuesta de los abogados laboralistas de la región, al movimiento obrero, para su debate. No nos consideramos la vanguardia intelectual de la clase trabajadora, ni mucho menos. Son los propios trabajadores los que deben analizarla, debatir y decidir que quieren hacer con ella. En este XI Encuentro Latinoamericano de Abogados Laboralistas, llevado a cabo en Medellín, Colombia, del 6 al 8 de noviembre de 2013, trabajadores, dirigentes sindicales, académicos, profesionales y estudiantes hemos realizado un gran avance en la construcción de un mundo sin fronteras, con inclusión, solidaridad y justicia social.

 

Medellín, noviembre 2013

Por Comité Ejecutivo de la ALAL

 

Luis Enrique Ramírez

Presidente

 

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